Reconocimiento público

Somos una minoría, que en toda su historia institucional no ha dejado cagada por hacer.
Luego, en lugar de mejorar (tal vez siguiendo el ejemplo del club grande de la ciudad), comenzamos a urdir mentiras sobre nosotros mismos, procurando que alguien nos las crea.

Salimos con idioteces que ni siquiera nosotros nos creemos, siguiendo el ejemplo del típico político argentino que lanza cortinas de humo con el solo fin de entorpecer la correcta inteligencia de los problemas, con el único objetivo de engañar a un grupo (cada vez menor) de boludos cegados por la envidia, proclives a ser engañados.

Si no nos ponermos en serio tras de un proyecto social serio y creíble, a imagen y semejanza del grande de la ciudad, terminaremos primero en el descenso (cosa muy probable a la luz del flojísimo presente futbolístico) y luego cerrando nuestra participación en torneos de AFA por la crisis institucional sin retorno que tal circunstancia acarrearía. O tal vez gerenciados a traves de una empresa creada al efecto, por parte del presidente que más se nos ha parecido en la historieta de nuestro club, el señor Juan José Muñoz.

Somos tristes, segundones y minoritarios... simplemente porque creemos con derecho de compararnos con el grande de la ciudad, mayoría absoluta de la población (más del 50%) y que además lo ha ganado todo (y que sigue ganando campeonatos).
Envidiamos el gesto del gran jugador de fútbol y mejor persona de Juan Sebastián Verón; nos hicieron creer que la vuelta de Guillermo iba a semejarse al gesto de la Brujita; pero todos sabíamos de antemano que el fracasado (aunque sea nuestro "ídolo") no venía en su mejor etapa, y que era tan solo barullo político para engañarnos de nuevo. Tontos nosotros que necesitamos seguir engañados en lugar de asimilar la experiencia del grande de la ciudad.
Luego nos quisieron hacer el verso ese de que somos la hinchada de la hinchada; todos delincuentes alakeros que nos llenaron aún más de vergüenza y mostraron nuestras inmundicias al mundo entero. No hay alegría en nuestras tribunas porque cada vez somos menos; y encima nos quieren hacer creer ese verso de que somos los más carnavaleros y fiesteros, cuando todo el mundo sabe que la única alegría está en el logro de los objetivos, cuando todos saben que la felicidad real no se logra con amenazas sino con la familia llenando la cancha, como lo hace nuestro rival del que tenemos mucho que aprender.
En fin; no nos queda nada salvo empezar de cero, siguiendo el ejemplo que tenemos cerca para ver si algún día (tal vez de acá a 20 años) seamos algo serio y digno de ser llamado institución, club o hinchada... de nosotros depende.


Firmado: Triperos comprometidos con la verdad